El mundo del ciclismo desde el fin de semana esta debatiendo el tema de “fraude tecnológico”. La UCI (Unión Ciclista Internacional) abrió una investigación a una de las participantes de la carrera sub-23 de los Mundiales de ciclocross en Heusden-Zolder por parte de Femke van den Driessche perteneciente a la federación Belga, luego de percatarse de que su bicicleta poseía un motor eléctrico.
De ser encontrada culpable el reglamento de la UCI establece que la corredora debe de ser descalificada y una suspensión mínima de seis meses, además de una multa de hasta un millón de francos suizos. El padre de la corredora defiende de su hija y asegura que “no se trata de la bicicleta de Femke. Alguien de su entorno, que entrena con ella de vez en cuando, la ha traído hasta el box de material. Nunca ha sido la intención de Femke utilizar esa bicicleta. La persona que la ha traído se ha disculpado mil veces en este tiempo. Femke no ha utilizado esa bicicleta en la carrera y nunca fue su intención”.
La joven ciclista dice que “no sé cómo ha llegado esa bicicleta ahí. Me sorprendió verla. Ni siquiera es mi bicicleta. De verdad, con la mano en el corazón, no sabía que esa bicicleta estaba ahí ni de quién era”.
Independientemente de, es importante resaltar que tal situación no afecta el podium y sus ganadoras.